Dean Huijsen, una de las joyas del fútbol europeo, dio sus primeros pasos en el modesto club Costa Unida, entre Marbella y San Pedro, cuando apenas tenía cinco años. Allí, su entrenador Adam Szpilczynski —actual preparador de arqueros en el Estepona— fue testigo de la evolución meteórica del joven jugador, que ya mostraba características fuera de lo común desde pequeño.

Huijsen llegó a Marbella desde Ámsterdam y, pese a no hablar español, se integró rápidamente al equipo prebenjamín. En un principio quería ser delantero, influenciado por su padre Donny Huijsen, exdelantero profesional del Ajax. Sin embargo, Adam y Donny —quien también era asistente técnico en el equipo— lo convencieron gradualmente para que jugara como defensor central. “Tardé dos años en cambiarle la idea, pero vi en él las cualidades para liderar desde atrás”, contó Adam.

Su físico imponente también generaba confusión. A menudo, los rivales pedían al árbitro revisar su ficha, pensando que era mayor por su estatura, pero Dean simplemente sobresalía tanto física como técnicamente.

Aunque su pierna dominante es la derecha, desde niño trabajó incansablemente para dominar también la izquierda. “La zurda no la tenía, pero se empeñó en desarrollarla”, explica Szpilczynski. Esa disciplina se reflejaba incluso fuera de los entrenamientos: Dean era tan comprometido que rechazaba comer dulces, incluso en las celebraciones del equipo.

Un episodio que revela su actitud fue cuando, ante la ausencia del arquero, levantó la mano para ocupar el arco. Terminó siendo figura en un triunfo 3-2 ante Estepona, con varias atajadas decisivas.

Huijsen permaneció en Costa Unida hasta los nueve años, cuando fue fichado por el Málaga. De allí saltaría a la Juventus, iniciando su carrera profesional. Hoy, se perfila como un defensor completo, forjado desde la infancia con sacrificio, mentalidad y una pasión inquebrantable por el juego.