El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, justificó la deportación masiva de más de 600 presos colombianos, afirmando que el país no puede asumir el costo de mantener a reos extranjeros en su sistema penitenciario y de salud.

“No podemos tener mil reos colombianos mientras nuestros ciudadanos esperan atención”, expresó Noboa en una entrevista, donde explicó que los extranjeros tienen prioridad en servicios como salud, lo cual —según dijo— genera un desequilibrio injusto para los ecuatorianos.

Desde Bogotá, la Cancillería calificó la deportación como un “gesto inamistoso” y advirtió que se realizó sin un protocolo bilateral adecuado para garantizar condiciones dignas.

Aunque ya han ingresado a Colombia unos 450 deportados, solo se cuenta con antecedentes judiciales de 348, lo que motivó una solicitud oficial de información adicional.

En respuesta, Ecuador aseguró que notificó con antelación a Colombia y que cada caso fue tramitado de forma individual y legal.

La medida se enmarca en un contexto de tensión diplomática creciente entre ambos países, marcado por diferencias recientes en temas energéticos, políticos y judiciales.

La situación se agravó tras el respaldo del presidente Gustavo Petro a la liberación del exvicepresidente Jorge Glas y sus críticas al proceso electoral ecuatoriano.

La deportación de presos ha sido interpretada como un nuevo punto de fricción en una relación bilateral que arrastra una historia de conflictos no resueltos.