Michael Jackson, el rey del pop, dejó una huella imborrable no solo en la música, sino también en su fascinación por el cine. Aunque mundialmente reconocido por sus logros musicales, Jackson también soñaba con conquistar la gran pantalla.

A pesar de que su apretada agenda de giras y compromisos le impidió desarrollar una carrera actoral más prominente, encontró una forma inusual de dejar su marca en Hollywood: comprando un Óscar.

En 1999, durante una subasta organizada por la prestigiosa casa Sotheby’s, Jackson adquirió una de las estatuillas más legendarias de la historia del cine: el Óscar a la Mejor Película, otorgado en 1940 a Lo que el viento se llevó (Gone With the Wind), una de las obras más icónicas de Hollywood. Jackson pagó 1,5 millones de dólares por el trofeo, superando ampliamente el valor estimado de 300,000 dólares. Este gesto, además de reflejar su pasión por el cine, estableció un récord en cuanto al precio pagado por un Óscar en subasta.

Sin embargo, la compra de este Óscar estuvo rodeada de un contexto legal peculiar. A mediados del siglo XX, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas implementó una norma que prohíbe la venta de estatuillas sin ofrecerlas primero a la Academia por un dólar simbólico. No obstante, el trofeo que Jackson adquirió, otorgado en 1940, estaba exento de esta restricción, ya que la normativa no existía en ese entonces.

Tras la muerte de Jackson en 2009, el Óscar desapareció misteriosamente, sin que las búsquedas lograran dar con su paradero. La estatuilla, que hoy podría alcanzar un valor incalculable, sigue siendo uno de los mayores misterios del legado de Michael Jackson.