Desde una base militar en Colorado, la Fuerza Espacial de Estados Unidos opera una sofisticada unidad capaz de detectar lanzamientos de misiles en tiempo real desde cualquier parte del mundo. Conocidos como "Guardianes", sus integrantes trabajan 24/7 monitoreando señales térmicas captadas por satélites militares que orbitan el planeta.

Durante una visita inédita de periodistas internacionales a la base Buckley, los operadores simularon lanzamientos desde Yemen e Irán, replicando condiciones reales. Este tipo de vigilancia permitió, por ejemplo, rastrear en abril un ataque con misiles iraníes hacia la base estadounidense de al-Udeid en Qatar, evitando víctimas y protegiendo instalaciones clave.

La teniente coronel Ann Hughes confirmó que el sistema ha sido vital en contextos de alta tensión, como los conflictos en Medio Oriente y Europa. Si bien EE.UU. no ha confirmado públicamente su apoyo a Ucrania, Hughes aseguró que se proporciona alerta táctica a todas las fuerzas aliadas.

Buckley también será parte esencial del proyecto de defensa antimisiles “Golden Dome”, impulsado por el presidente Donald Trump. Con un presupuesto inicial de 175.000 millones de dólares, se inspira en el sistema israelí "Iron Dome", pero adaptado a amenazas más avanzadas como misiles hipersónicos y armas orbitales desarrolladas por Rusia y China.

En la base destacan estructuras conocidas como “radomos”, enormes esferas blancas que protegen antenas parabólicas esenciales para las comunicaciones y el rastreo espacial. Estos sistemas incluso han captado señales provenientes de una supernova a 11.000 años luz.

Para el general David Miller, comandante del Comando de Operaciones Espaciales, el desarrollo del "Domo Dorado" responde al nuevo escenario global, donde se requieren capacidades defensivas espaciales para mantener la seguridad nacional.