Los narcocorridos son muy populares en México, pero ahora quieren prohibirlos
Luis R. Conriquez estaba en el escenario de una feria popular en Texcoco, México, como uno de los artistas principales.
La revista Billboard llegó a decir que Conriquez era el “Rey de los corridos” porque el músico mexicano es famoso por su especialidad en los llamados narcocorridos, una versión de las baladas tradicionales mexicanas que exaltan a los cárteles de la droga.
Pero, horas antes de actuar a principios de este mes, Conriquez anunció en las redes sociales que no iba a interpretar varias de sus canciones emblemáticas. En su lugar, se unía a un movimiento que se extiende por todo México para eliminar de manera gradual este destacado género musical, cuyos detractores sostienen que fomenta la violencia y la actividad delictiva que han asolado el país.
El público abucheó a Conriquez y destrozó los instrumentos después de que él y su banda abandonaron el escenario.
“Se siente feo no poder cantar lo que la gente quiere escuchar”, dijo Conríquez en las redes sociales, “pero nos sumamos a la causa de cero corridos”.
Fue un momento crucial para México, que está luchando tanto con los efectos del crimen organizado en todo el país, en particular en medio de la presión del gobierno de Donald Trump para acabar con los cárteles, como con la definición de su identidad a través de la cultura popular.
En particular, el encarnizado debate sobre los narcocorridos —que, según sus críticos, glorifican a los cárteles y, por tanto, el daño que estos han infligido a los mexicanos— se ha convertido en un referéndum sobre la libertad de expresión en México.
En el último mes, cada vez más municipios y estados han prohibido prácticamente el género, penalizando la reproducción de música que celebre el tráfico de drogas y otros delitos. En el Estado de México, donde iba a actuar Conriquez, las autoridades habían advertido que interpretar canciones que provocaran o ensalzaran actividades delictivas podía acarrear multas y penas de cárcel.
“Nosotros creemos que se tiene que ir construyendo en la sociedad una negativa a los contenidos que hacen apología de la violencia, de las drogas o de la misoginia”, declaró la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, tras el concierto de Conriquez.
Los corridos existen desde mediados del siglo XIX, según José Manuel Valenzuela Arce, profesor de sociología y autor de tres libros sobre el género. Las canciones se convirtieron en parte importante de la narrativa de folklor, relatando historias de héroes de guerra como Pancho Villa y momentos clave de la historia.
Pero a medida que los cárteles de la droga empezaron a tomar un control más firme en México en la década de 1970, los corridos también empezaron a reflejarlo, dijo Valenzuela Arce. En las últimas décadas, a medida que los gobiernos anteriores libraban sangrientas guerras contra los cárteles, se volvieron más explícitas y más directas las letras sobre famosos líderes del narco, como Joaquín “El Chapo” Guzmán, dijo el experto.
También surgieron otros estilos de narcocorridos, como los llamados tumbados, que combinan canto, rap y música tradicional mexicana. “El movimiento tumbado surge montado sobre las redes sociales, y los artistas ya no necesitaban una industria productora”, dijo Valenzuela Arce.
Artistas como Natanael Cano (que atrajo a la cifra récord de 310.000 personas a un concierto en México el año pasado), Peso Pluma (que recibió 8500 millones de visitas en YouTube en 2023) y otros se han convertido en grandes estrellas internacionales.
Sin embargo, en los últimos meses, la industria ha resentido la reacción contra los narcocorridos.
Los expertos consideran que esta última ofensiva es la más fuerte hasta ahora porque Sheinbaum se ha posicionado públicamente en contra del género. A principios de este mes, anunció un concurso nacional de talentos organizado por el gobierno, en el que se han ofrecido contratos discográficos como premio a los corridos que no tuvieran letras violentas o relacionadas con las drogas.
“Lo que queremos es promover que la música tenga otros contenidos”, dijo Sheinbaum, que también ha rechazado las prohibiciones absolutas de los narcocorridos.
Otro factor, según los expertos, es el gobierno de Estados Unidos. Valenzuela Arce indicó que el gobierno de Trump no solo ha clasificado a los cárteles como grupos terroristas, y por lo tanto ha hecho que cualquier asociación con ellos sea un delito más grave, sino que esencialmente ha presionado a los funcionarios mexicanos para que actúen, a la vez que ha asustado a los músicos. El Times se puso en contacto con los representantes de al menos nueve grandes artistas y ninguno hizo comentarios.
El mes pasado, se retiró el visado estadounidense al grupo Los Alegres del Barranco, que actuó en Guadalajara, México y proyectó el rostro de un alto dirigente de un cártel en el escenario. En un estado recientemente traumatizado por la violencia de los cárteles, el grupo pidió disculpas y los legisladores se movilizaron para penalizar todas las expresiones públicas que inciten a cometer delitos, incluso en los clubes nocturnos.
“Creo firmemente en la libertad de expresión, pero eso no significa que la expresión deba quedar libre de consecuencias”, dijo en X el 1 de abril Christopher Landau, subsecretario de Estado estadounidense. Y añadió después: “No vamos a extender la alfombra roja a quienes enaltecen a criminales y terroristas”.
Arturo Ávila, diputado mexicano que aboga por leyes federales más estrictas en materia de incitación que abarquen la música, la televisión, las películas y los videojuegos que “glorifiquen” el crimen o “promuevan la violencia contra las mujeres”, aplaudió las revocaciones de visas estadounidenses como “la acción más fuerte” y “la que más va a funcionar” contra los artistas.
“Es un momento en donde todos tenemos que hacer la reflexión de qué tipo de México queremos”, dijo.
Desde febrero, al menos siete ciudades o estados han prohibido o introducido regulaciones para los narcocorridos. En Chihuahua, una de las primeras ciudades de México en regular las letras violentas en 2015, el alcalde Marco Bonilla dijo en una entrevista que las leyes han funcionado. El gobierno local recaudó 270.000 dólares en multas el año pasado.
“Mientras en México no erradiquemos la narcocultura, no vamos a poder erradicar la violencia y la delincuencia en nuestro país”, dijo Bonilla.
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