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Bolivia y Colombia lideran una cruzada diplomática para despenalizar la hoja de coca y reivindicar su valor cultural

Bolivia y Colombia lideran una cruzada diplomática para despenalizar la hoja de coca y reivindicar su valor cultural

11 de Abril de 2025 07:22 pm

En los altos de la cordillera andina, donde el viento conversa con las montañas y los espíritus ancestrales aún son invocados con respeto, tres hojas de coca ofrecidas al viento —conocidas como k’intus— sellan un acto sagrado de comunión con la tierra. Este gesto milenario, cargado de simbolismo y pertenencia, se ha transformado hoy en el emblema de una batalla internacional: la defensa de la hoja de coca como patrimonio cultural de la humanidad.

Bolivia y Colombia encabezan una histórica ofensiva diplomática en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para revertir décadas de criminalización sobre la hoja, incluida sin sustento científico en la Lista I de la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961, junto a sustancias como la heroína o la cocaína.

La coca: alma verde de los pueblos andinos

Más de 9 millones de personas en Colombia, Perú y Bolivia consumen diariamente la hoja de coca de forma tradicional. Su uso, conocido como hallpay, no solo es ceremonial, sino también cotidiano, profundamente vinculado a la identidad andina y al equilibrio entre cuerpo, comunidad y naturaleza.

Investigadores como Tim Plowman y Jim Duke (1975) identificaron en sus estudios un elevado valor nutricional en la hoja: contiene calcio, proteínas y vitaminas esenciales. El médico y botánico Andrew Weil, egresado de Harvard, ha documentado su eficacia para regular el azúcar en sangre, aliviar el mal de altura, mejorar la digestión y hasta el estado de ánimo. “La coca es un regalo del cielo”, declaró.

Existen diversas variedades, desde la Erythroxylum coca var. coca de los valles amazónicos hasta la Erythroxylum novogranatense var. truxillense, usada históricamente como saborizante en la fórmula original de Coca-Cola.

Una condena sin sustento

Pese a su valor ancestral, la hoja fue demonizada en los años 40 por prejuicios racistas. El llamado “Informe Fonda” (1949), elaborado por una comisión enviada por la ONU, nunca consultó a los consumidores tradicionales. Sus conclusiones —sin análisis científicos— afirmaban que la coca generaba “degeneración racial”.

Más polémicas aún fueron las declaraciones del funcionario de la OMS Pablo Osvaldo Wolff, quien describió a los masticadores de coca como “moral e intelectualmente anestesiados”. Wolff fue el autor de gran parte del lenguaje que criminalizó a la hoja en tratados internacionales, sin pruebas científicas que lo avalen.

Hoja de coca.jpg

La contraofensiva de los andes

En 2009, el expresidente Evo Morales lideró el primer intento formal de Bolivia para despenalizar el uso tradicional de la coca ante la ONU. Desde entonces, el país ha insistido en la necesidad de una revisión científica y cultural del estatus de la hoja.

Esa revisión comenzó en 2023, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) aceptó evaluar nuevamente el caso. La decisión final será presentada en octubre de 2025 y votada por los Estados miembros de la Comisión de Estupefacientes (CND) en marzo de 2026, en Viena.

Durante la última sesión de la CND, en marzo de 2025, el vicepresidente boliviano David Choquehuanca denunció que “la convención de 1961 cometió un absurdo, un atentado contra la cultura de la vida”. A su vez, la canciller colombiana Laura Sarabia sostuvo que “la hoja de coca no es dañina para la salud”.

Hoja no es droga

Una de las grandes confusiones de la narrativa prohibicionista ha sido equiparar la hoja de coca con la cocaína. La cocaína, aislada químicamente en 1860, posee propiedades adictivas y efectos neurotóxicos, muy distintos al uso natural de la hoja, que actúa como estimulante suave sin generar dependencia.

Paradójicamente, Coca-Cola sigue importando más de 100 toneladas de hoja de coca cada año bajo protección legal, procesadas en un laboratorio autorizado en Nueva Jersey. En contraste, portar hojas de coca fuera de los países andinos puede costar penas de cárcel.

Lo que está en juego

La despenalización de la coca implicaría beneficios tanto económicos como sociales y medioambientales. Se estima que más de 200.000 familias colombianas y miles de bolivianas podrían salir del circuito ilegal, tributar formalmente, y contribuir a la reducción de la deforestación causada por el narcotráfico.

También permitiría explorar con libertad sus usos terapéuticos y revalorizar un conocimiento milenario. “La energía vital de esta planta sagrada no debe confundirse con la energía de la muerte”, afirmó Choquehuanca. “Es hora de liberarla y construir una política basada en el culto a la vida”.

La última oportunidad

Si en octubre de 2025 la OMS emite un fallo favorable, se abrirán dos posibles escenarios: su total desclasificación como estupefaciente o su reconocimiento como sustancia medicinal. Ambos caminos representarían un avance histórico. El peor escenario sería perpetuar la injusticia actual.

Por primera vez en casi un siglo, la comunidad internacional podría enmendar un error histórico. La hoja de coca, símbolo de los Andes, podría recuperar su lugar como lo que siempre fue: una planta sagrada, fuente de salud, identidad y vida.

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