El reciente vuelo espacial de Blue Origin, que llevó a seis mujeres —entre ellas la cantante Katy Perry y Lauren Sánchez, pareja de Jeff Bezos—, provocó una ola de teorías conspirativas en redes sociales.

La misión NS-31, que alcanzó los 107 kilómetros de altitud y duró 11 minutos, fue calificada por cientos de usuarios como “falsa” y “montada en estudio”.

Pese a haber sido transmitido en vivo y seguido por medios internacionales, el lanzamiento fue objeto de acusaciones sobre el uso de pantalla verde, CGI de “baja calidad” e incluso rituales satánicos. “Fue uno de los peores CGI que he visto”, escribió un internauta en X. Otros afirmaron que las escenas de ingravidez se grabaron bajo el agua o que el espacio “no existe”.

Las críticas también vinieron de figuras públicas como la actriz Olivia Munn, quien comparó el viaje con una atracción de Disneyland y cuestionó el gasto millonario frente a la crisis económica global.

Ante esto, tanto la presentadora Gayle King como Lauren Sánchez respondieron con firmeza. King recalcó el valor simbólico del vuelo, especialmente para niñas y mujeres jóvenes. Sánchez, por su parte, defendió el trabajo del equipo de Blue Origin y lamentó los juicios sin fundamento: “Este tipo de comentarios realmente me encienden”.

Especialistas como el Dr. Daniel Jolley, psicólogo de la Universidad de Nottingham, explican que el cruce entre figuras famosas, poder económico y ciencia crea un caldo de cultivo ideal para la proliferación de teorías conspirativas.

Según la profesora Karen Douglas, estas teorías surgen como una forma de simplificar eventos complejos y recuperar sensación de control ante la incertidumbre.