China impone nuevos aranceles del 34% a productos estadounidenses
El 4 de abril, el gobierno de Xi Jinping sorprendió al mundo al anunciar un arancel adicional del 34% sobre todas las importaciones estadounidenses, una medida que replica exactamente la decisión tomada por Donald Trump dos días antes. Esta respuesta de China, que buscaba contrarrestar los aranceles impuestos por Estados Unidos, ha generado inquietud sobre la efectividad de una estrategia que podría ser más perjudicial que beneficiosa para ambas economías.
En una jugada de retaliación, China no solo respondió con aranceles, sino que también comenzó a restringir exportaciones de metales clave, como el gadolinio y el disprosio, utilizados en diversas industrias, desde la fabricación de imanes hasta la realización de resonancias magnéticas. Además, la nación asiática lanzó investigaciones antimonopolio contra empresas estadounidenses, como DuPont, y amplió su lista de “entidades no fiables” para incluir a compañías vinculadas a la defensa de Estados Unidos y Taiwán.
Sin embargo, al copiar la fórmula de aranceles impuesta por Trump, China parece estar cometiendo un error estratégico. La primera guerra comercial entre ambos países ya había enseñado que no podían igualar los aranceles de manera directa debido a las diferencias comerciales: Estados Unidos importa mucho más de China de lo que China importa de Estados Unidos. En lugar de una represalia arancelaria de gran alcance, China había optado por medidas más selectivas, que fueron menos dañinas para sus propios intereses económicos.
A pesar de este enfoque más matizado en el pasado, China decidió ahora aplicar una respuesta a gran escala, siguiendo el mismo patrón de los aranceles arbitrarios de Trump. Esto ha incrementado aún más la incertidumbre en los mercados globales, con un impacto directo en las bolsas, donde las acciones de empresas estadounidenses cayeron cerca de un 5% tras el anuncio de ambas partes.
La imitación del error de Trump puede ser vista como un intento de China de devolver el golpe, un concepto que Xi Jinping explicó a líderes empresariales durante la primera guerra comercial, señalando que en la cultura china no se permite la sumisión ante una agresión, sino la respuesta directa. Pero si Trump está cometiendo un error económico con sus políticas, ¿debería China seguirlo al pie de la letra? La pregunta queda abierta: ¿debería China devolver el golpe cuando su oponente está cometiendo un error, o es hora de buscar una estrategia diferente?
En un momento en que las economías globales ya están bajo presión, la escalada de la guerra comercial entre las dos mayores potencias mundiales podría resultar más perjudicial para todos. La estrategia de "replicar el error" de Trump puede estar llevándolos a una situación aún más incierta, y tal vez sea hora de reconsiderar el camino a seguir.
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